Profiter la vié




10.11.11

10.9.11



Pensabas que nada en tu vida tenía un rumbo fijo. Creías que nunca ibas a encontrar el verdadero motivo por el cuál habías llegado a esta tierra. Una densa neblina se extendía ante tus ojos: no te permitía ver que te deparaba el destino. Sólo lograbas observar con claridad, aquellas cosas que se encontraban a tu lado en ese preciso momento. Un escalofrío recorrió tu cuerpo al preguntarte si acaso allí, era donde todo terminaba. Con algo de temor, pero decidida a averiguar todas esas dudas que invadían tu interior, diste un paso al frente. No pasó nada, comenzaste a relajarte,  y luego de inhalar profundamente repetidas veces, te decidiste a avanzar nuevamente. Con cada paso que dabas, ibas descubriendo aquellas cosas que tendrías que afrontar con el correr del tiempo.  Algunas te estremecían, otras te resultaban agradables, y sólo unas pocas serían las que te harían feliz completamente. Seguías adelante... alguna que otra vez, volteabas sobre tu propio eje para mirar para atrás; te sorprendiste al observar como ahora, la neblina también se había encargado de borrar tu pasado. Pero aún así, estabas tranquila: sabías que en una parte de ti, todos esos recuerdos estaban intactos. El camino se tornaba cada vez más estrecho, cada vez más difícil. Resultaba fácil hacerte tropezar con las piedras que formaban parte de él, pero aún asi te volvías a levantar. De a poco fuiste entrando en el último trecho. Y al llegar a las puertas del paraíso, una voz te preguntó como habías logrado llegar hasta allí. Vos, simplemente sonreíste y te limitaste a responder: "un ángel me enseñó que no debo rendirme jamás, porque va a ser la única manera de llegar hasta mis sueños"